Islandia (día 3): cataratas y volcanes

La amenaza de erupción del volcán Bardarbunga iba en aumento. En la recepción de nuestro hotel en Selfoss vimos un cartel avisando de los terremotos que se estaban produciendo en la zona de Vatnajokull debidos a actividad volcánica subterránea. Teníamos que estar atentos a los avisos del servicio de meteorología y al de carreteras por si la situación empeoraba. En Escocia tuvimos los restos del huracán Bertha y aquí un volcán nos estaba amenazando. Parecía que los elementos se habían conjurado contra nosotros.




De todas formas el viaje debía continuar por lo que nos pusimos en marcha. La ruta para ese día era la siguiente:



Primero íbamos a ir a ver unas cataratas no muy grandes pero sí muy llamativas, Hjalparfoss, que estaban a media hora en coche desde el hotel. Hjalparfoss es una cascada doble que cae sobre una laguna circular antes de seguir el curso del río. Llegamos pronto y, como parece que no es un lugar muy conocido por los turistas, estuvimos prácticamente solos disfrutando del entorno. Además el día era soleado, casi sin nubes, y eso ayudó a que fuese una de las sorpresas del viaje y un lugar del que guardamos muy buenas sensaciones.

Las cataratas Hjalparfoss
Las cataratas Hjalparfoss

Clàudia y Àlex delante de las cataratas Hjalparfoss
Clàudia y Àlex delante de las cataratas Hjalparfoss

Tras el bonito salto de agua nos queríamos acercar hasta el poblado vikingo de Stöng. Llegamos hasta el desvío y vimos un gran rótulo que indicaba que la carretera sólo era accesible para los vehículos 4x4. Tuvimos que dar la vuelta y regresar por donde habíamos venido. 

En el horizonte se destacaba la figura imponente del volcán Hekla, uno de los más activos de la isla. (su última erupción fue en febrero del año 2000). Junto a la carretera pudimos parar en un mirador y disfrutar de las vistas de la planicie y la temida montaña.

Clàudia subiendo hasta el mirador para ver el volcán Hekla
Clàudia subiendo hasta el mirador para ver el volcán Hekla


El volcán Hekla al fondo de la imagen
El volcán Hekla al fondo de la imagen


El volcán Hekla
El volcán Hekla


Fantástica vista desde el mirador


Íbamos por la carretera número 1 en dirección a la catarata Seljalandsfoss. Antes de llegar ya la vimos desde la carretera y era impresionante. Nos dirigimos a la zona de parking pero estaba lleno así que dejamos el coche en el margen de la carretera.

La catarata Seljalandsfoss
La catarata Seljalandsfoss


Seljalandsfoss no tiene un gran volumen de agua pero es especial por el hecho de que se puede cruzar por la parte posterior. El camino tras la cortina de agua, que cae desde 60 metros de altura, era estrecho y resbaladizo pero los Janonautas lo hicimos y dimos toda la vuelta por detrás de la cascada. Un consejo: llevad puestos los impermeables.


Pasando por detrás de la cascada Seljalandsfoss
Pasando por detrás de la cascada Seljalandsfoss


Pasando por detrás de la catarata
Pasando por detrás de la catarata

Comimos al pie de la catarata, unos hot-dogs de un puesto que había en la misma entrada del aparcamiento.

Claudia comiendo en Seljalandsfoss
Clàudia comiendo en Seljalandsfoss


Después de comer volvimos a la carretera número 1. Pasamos junto al volcán de nombre impronunciable, Eyjafjallajokull, conocido porque paralizó el espacio aéreo europeo en 2010 tras entrar en erupción.

El volcán Eyjafjallajokull

Seguimos nuestro camino para dirigirnos a las cataratas Skogafoss. También había muchos coches estacionados en la zona de aparcamiento. Sin ninguna duda Skogafoss es uno de los saltos de agua más bonitos de Islandia.

Las cataratas de Skogafoss
Las cataratas de Skogafoss

Claudia y Trini delante de Skogafoss
Clàudia y Trini en Skogafoss


Cuenta una leyenda local que el primer colono de estas tierras escondió un tesoro en una cueva tras la cascada, un lugar inaccesible. Cuando el sol ilumina la cascada se dice que el oro brilla tras la cortina de agua.

En la aldea de Skogar, junto a las cataratas, había un museo etnológico al aire libre con las típicas casas de césped en los tejados.

Museo etnológico de Skogar
Museo etnológico de Skogar


Tejados de hierba en Skogar
Tejados de hierba en Skogar


Interior de una de las granjas del museo
Interior de una de las granjas del museo

Tomamos ya dirección a nuestro hotel para esa noche: Vulcano Hotel. Estaba en dirección a Vik, uno de los pocos pueblos de Islandia en que su nombre se puede pronunciar con facilidad. Llegamos sin problemas y aprovechamos para descansar un poco y recargar la batería de la cámara, la habíamos fulminado en pocas horas.

Entrada del Hotel Volcano


Habitación del Hotel Volcano

Junto al hotel estaba el desvío que nos llevaría al faro de Dyrholaey. Desde lo alto de una montaña, de 120 metros de altura, pudimos ver una espectacular playa negra y el glaciar Myrdaljokull junto a la costa.

El glaciar Myrdaljokull llega hasta la misma costa


La espectacular playa de Dyrholaey


También vimos, gracias al zoom de la cámara, a algunos frailecillos.

Frailecillos en Dyrholaey


En uno de los laterales había un arco natural de grandes dimensiones. .


En pocos instantes se levantó un fuerte viento que hacía imposible estar en la zona. Decidimos bajar hacia el pueblo de Vik. Al llegar fuimos directamente al promontorio donde se encontraba la iglesia para ver las vistas. El viento era muy fuerte y molestaba mucho. Aprovechamos para hacer algunas compras en el pueblo, víveres para la cena y para el día siguiente. 

Iglesia de Vik

Nos acercamos hasta la playa de arena negra de Reynisfjara para poder ver las columnas basálticas de 66 metros de altura en la costa y una cueva natural. El fuerte viento nos dificultó mucho el camino, la arena de la playa nos golpeaba en la cara y las manos y no podíamos casi caminar. Trini fue la única que pudo alcanzar con éxito la cueva.
Playa de Reynisfjara


Cueva en la playa de Reynisfjara


Columnas de basalto


Interior de la cueva de Reynisfjara
El día había sido muy intenso y empezaba a hacernos mella el cansancio. Volvimos al hotel para cenar y preparar todo para la siguiente jornada de ruta antes de ponernos a dormir. Los paisajes islandeses nos estaban cautivando!


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